martes, 6 de octubre de 2009

¿A quién le importa aprender?

En un reciente artículo periodístico, el escritor español Rafael Argullol comenta el hecho de que algunos de los mejores profesores universitarios de su país están abandonando la enseñanza. Identifica como una de las principales causas de esta preocupante situación el desinterés intelectual que advierten en sus estudiantes. Señala que los profesores no se sienten ofendidos por la ignorancia, sino por ese desinterés que demuestran sus alumnos. Es decir que no sólo comprueban que ignoran por completo nociones esenciales, sino que, fundamentalmente, tal desconocimiento no representa problema alguno para los jóvenes, quienes, dice, "adiestrados en la impunidad ante la ignorancia, no creen en el peso favorable que el conocimiento puede aportar a sus futuras existencias".
Esta situación no es más que el reflejo de un fenómeno generalizado: la indiferencia por el saber que muestra la sociedad que esos jóvenes integran, puesto que hoy se privilegia la utilidad por sobre la verdad. Señala Argullol: "Tras los ojos ausentes -más somnolientos que soñadores de sus jóvenes pupilos- los veteranos ilustrados advierten la abulia general de la sociedad frente a las antiguas promesas de la sabiduría. ¿Para qué preferir el conocimiento, que es un camino largo y complejo, al utilitarismo de la posesión inmediata?". Hemos conseguido contagiar a los jóvenes el clima antiilustrado que caracteriza a nuestra época en la que no se valoran "ni bien ni verdad ni belleza, las antiguallas ilustradas, sino únicamente uso: la vida es uso de lo que uno tiene a su alrededor".
Esa reflexión, que refleja la realidad que se observa en la sociedad occidental actual, justifica en gran medida la crisis de significado que atraviesa la educación. Nos encontramos ante la paradoja de una sociedad que declama la importancia del conocimiento, es más, que se considera a sí misma "sociedad del conocimiento", pero que no valora ese conocimiento e, incluso, no pocas veces lo combate activamente en los hechos concretos.
Muchos jóvenes son el espejo de ese clima que prevalece en la sociedad y, más aún, convierten su desinterés en ignorancia militante, configurando un grupo en expansión que exhibe ese desprecio sin ocultar un cierto orgullo. Se muestran heroicamente resistentes a toda influencia que consideren inútil para la sociedad de uso, hacen gala del hedonismo que ven en sus mayores y, como ellos, desconfían de todo lo que tenga cierto sabor a antiguo. No alcanzan a advertir que la tecnología, a cuyo consumo desenfrenado se los impulsa, reconoce su origen, precisamente, en los fundamentos teóricos que se desarrollaron, con gran esfuerzo, en respuesta al desafío que plantearon a las generaciones anteriores aquellos ideales del conocimiento.
Hace poco, el presidente Barack Obama, de los Estados Unidos, decidió hablar directamente con los escolares al comenzar el ciclo lectivo de este año. Desde una escuela media en Arlington, Virginia, se dirigió por televisión a los alumnos reunidos en todas las escuelas de su país, actitud que generó un interesante debate en la opinión pública, ya que algunos grupos creían ver en ella el propósito de adoctrinar a los jóvenes. En un discurso admirable -que deberían leer las dirigencias de todo el mundo-, les comentó que se había referido en numerosas ocasiones a la educación. Que había hablado de la responsabilidad que tienen los maestros en inspirar a sus estudiantes, alentándolos así a aprender. Que había hecho referencia a la necesidad de que los padres siguieran de cerca el desempeño de sus hijos, controlando que realizaran sus tareas y vigilando que no pasaran todas las horas del día frente a la televisión o a los videojuegos. Que había señalado la responsabilidad que le cabe al gobierno de establecer estándares elevados y de apoyar a los maestros y directivos de las escuelas, mejorando la situación de aquellas que no funcionan adecuadamente y en las que los estudiantes no logran buenos niveles de aprendizaje. "Pero -dijo- en última instancia, aunque contemos con los maestros más dedicados, con los padres más dispuestos a apoyar la labor educativa, con las mejores escuelas del mundo, nada de eso importará a menos que todos ustedes cumplan con sus responsabilidades, a menos que asistan a esas escuelas, a menos que presten atención a esos maestros, a menos que escuchen a sus padres, a sus abuelos, a los demás adultos y, sobre todo, a menos que estén dispuestos a realizar el duro trabajo que se requiere para alcanzar el éxito. Cada uno de ustedes es el responsable último de su propia educación."
Educarse representa una responsabilidad hacia uno mismo porque cada uno tiene capacidad para algo, cada uno tiene algo para ofrecer. "Y ustedes -señaló Obama- tienen la responsabilidad para con ustedes mismos de descubrir cuál es esa capacidad con la que cuentan. Esa es la oportunidad que les proporciona la educación." Enumeró diversas situaciones: "Pueden ser grandes escritores, pero no lo sabrán hasta que escriban ese trabajo que les exigen para la clase de lengua; innovadores o inventores, pero lo descubrirán recién cuando elaboren su proyecto para la clase de ciencias; dirigentes políticos, pero para eso deberán estudiar el gobierno e incorporarse a los grupos de debate. Para cualquier tarea que quieran emprender necesitarán una buena educación? Nadie deja la escuela y simplemente aterriza en un buen trabajo. Para eso necesitarán entrenarse, trabajar y aprender".
Destacó como idea central el hecho de que, además de esa responsabilidad personal, lo que hagan los jóvenes con su educación decidirá el destino de la sociedad en la que viven. "El futuro de los Estados Unidos depende de cada uno de ustedes -señaló el presidente-, porque lo que aprendan hoy en la escuela determinará si nosotros, como nación, podremos hacer frente a los grandes desafíos del futuro? Necesitamos que cada uno de ustedes desarrolle sus talentos, sus habilidades y su intelecto de modo que puedan ayudarnos a los mayores a resolver nuestros problemas más complejos. Si no lo hacen, no sólo se abandonarán a ustedes mismos, sino que estarán abandonando a su país."
"La posición en la que ahora se encuentren -dijo- no tiene por qué determinar qué lugar ocuparán en la sociedad. Nadie ha escrito el destino por ustedes, porque aquí ustedes escriben su propio destino. Ustedes construyen su propio futuro." Y apoyó esta afirmación con un emocionado relato de las dificultades que enfrentó en su propia vida, mencionando los apoyos con los que contó para concretar su sueño y así asistir a las mejores escuelas de su país. En fin, instó a los jóvenes a asumir la responsabilidad por sus propias vidas, a fijarse objetivos para su educación, a comprometerse y trabajar en serio para alcanzarlos, recurriendo a quienes pueden prestarles ayuda.
La preocupación que expresa Obama es la misma que, de otra manera y en una sociedad diferente, planteaba Argullol: la imperiosa necesidad de poner de manifiesto el interés por educarse, de asumir las responsabilidades personales. En los niños y jóvenes en edad escolar ésta se manifiesta en la demostración del interés por aprender. Si quienes se acercan a las instituciones educativas lo hacen carentes de ese interés, todo lo demás será inútil.
Por eso, la tarea que hoy enfrentamos es titánica, pues consiste nada menos que en recrear en los jóvenes ese interés por el trabajo de educarse, en transmitirles la dimensión de su responsabilidad para con ellos mismos y para con la sociedad que integran.
Padres y maestros deberían renovar su alianza para emprender la reconstrucción del interés de sus hijos y sus alumnos por el conocimiento y así emprender la tarea de hacerse humanos. Si esto no se logra, si a las escuelas no asisten alumnos sino clientes o espectadores en busca de entretenimiento, los planes de estudio, las aulas, las computadoras, los libros, carecerán de toda significación. Los niños y los jóvenes dejarán las escuelas habiendo desaprovechado la oportunidad única que les brinda la educación para descubrir y desarrollar sus capacidades. Además, la sociedad en la que vivirán, integrada por ignorantes, jamás llegará a ser la tan declamada pero aún tan lejana "sociedad del conocimiento".




miércoles, 5 de agosto de 2009

La debilidad del conocimiento

No se puede hablar del tiempo
Aun sin conocerlo
Hablar de la muerte de una civilización
¿De que sirve
El conocimiento?

Mucho es lo que se posee
Sin embargo,
Con certeza, casi con seguridad
Se delatan nuestras flaquezas.
Es la juventud
La que limita
Y agudiza la torpeza.

¿Por qué moldearse al resto?
Si con macabro final
Serán parte de aquella civilización muerta
De la que nadie
Querrá recordar ni hablar.
Continuar y no desistir
Es lo único que queda.

Recordar
Aquel origen perdido,
Obligarse
A no cometer los mismos errores.

Rendirse ante la verdad de la historia
¿Quién puede osar a resistirse?
Nada se pude esconder del ayer
Todo, tarde o temprano
Debe admitirse.

Aunque la juventud
Reste sabiduría,
Suma fortalezas.
Para ensanchar más la búsqueda
Del verdadero conocimiento.

Solo así
Se podrá hablar del tiempo,
Quizás sin conocerlo
Pero de seguro que se lo hará
Sin ningún temor a sus secuelas.

Solo así la verdad libertará
Solo así el tiempo
No será nuestro peor enemigo.

domingo, 19 de abril de 2009

jueves, 16 de abril de 2009

FW: El rostro de la mujer a traves de 500 años de arte


Entra y veras

 

http://www.artgallery.lu/digitalart/women_in_art.html

 
Este video es una verdadera obra de arte digital en los planos del
dominio técnico y la creatividad artística.
Este video se ha visto por más de 5,3 millones visitantes
y ha causado más de 10.000 comentarios en 2 meses.
Y además al que le interese la historia del arte disfrutará mucho comparando trazos, formas y colores, estilos y perspectivas...
Belleza en estado puro
 
  



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martes, 14 de abril de 2009

problematica historica (1º lectura)

El enfrentamiento de Galileo con la Iglesia


ESTAMOS a 22 de junio de 1633. Un débil anciano está arrodillado ante el tribunal de la Inquisición romana. Es un hombre de ciencia, uno de los más conocidos de la época. Sus conclusiones científicas son el resultado de largos años de estudio e investigación. No obstante, si desea salvar su vida, debe negar lo que sabe que es cierto.
Este hombre se llamaba Galileo Galilei. El “caso Galileo”, como muchos lo denominan, ha originado dudas, preguntas y una polémica cuyos ecos llegan hasta el día de hoy, unos trescientos setenta años después. Sin duda ha dejado una huella indeleble en la historia de la religión y la ciencia. Pero ¿por qué ha causado tanto revuelo? ¿Y por qué se ha convertido nuevamente en noticia en nuestros días? ¿Acaso porque simboliza una “brecha entre la ciencia y la religión”, como dijo cierto autor?
Muchas personas consideran a Galileo, que destacó como matemático, astrónomo y físico, el “padre de la ciencia moderna”. Fue uno de los primeros hombres que escudriñaron los cielos con un telescopio, y empleó sus observaciones para sustentar una teoría que era objeto de candente debate en su día: que la Tierra gira alrededor del Sol y que, por lo tanto, no es el centro del universo. Esto explica por qué a veces se lo ve como el creador del método experimental moderno.
¿Cuáles fueron algunos de sus descubrimientos e inventos? En su papel de astrónomo descubrió, entre otras cosas, que Júpiter tiene satélites, que la Vía Láctea está formada por estrellas, que en la Luna hay montañas y que Venus experimenta fases al igual que la Luna. Como físico, estudió las leyes que rigen el movimiento de los péndulos y la caída de los objetos. También inventó instrumentos como el compás proporcional, una especie de regla de cálculo. Y basándose en datos llegados de Holanda, construyó el telescopio que puso el universo al alcance de sus ojos.
Su prolongado enfrentamiento con la jerarquía eclesiástica, sin embargo, transformó la trayectoria de este ilustre científico en un drama: el caso Galileo. ¿Cómo empezó y por qué?
Conflicto con Roma
Ya a finales del siglo XVI, Galileo había adoptado la teoría de Copérnico. Según esta, la Tierra gira en torno al Sol, y no al revés, lo que se conoce como sistema heliocéntrico. En 1610 descubrió con su telescopio cuerpos celestes que nunca antes se habían observado, y se convenció de que había encontrado la confirmación de dicha teoría.
Según el Grande Dizionario Enciclopedico UTET, el objetivo de Galileo no era sencillamente realizar estos descubrimientos. Deseaba persuadir a “los personajes de mayor categoría de la época (príncipes y cardenales)” de la veracidad de la teoría de Copérnico. Abrigaba la esperanza de vencer las objeciones de la Iglesia, e incluso ganar su apoyo, con la ayuda de amigos influyentes.
En 1611, Galileo viajó a Roma para reunirse con altos cargos eclesiásticos. Pero, aunque utilizó el telescopio a fin de mostrarles sus descubrimientos astronómicos, las cosas no resultaron como había esperado. Para 1616, Galileo era oficialmente objeto de investigación.
Los teólogos de la Inquisición romana calificaron la teoría heliocéntrica de “filosóficamente insensata y absurda, y formalmente herética, ya que en muchos aspectos contradice de forma expresa las oraciones de las Sagradas Escrituras en su significado literal, su interpretación común y la opinión de los Santos Padres y de los doctores en teología”.
Galileo se reunió con el cardenal Roberto Bellarmino, considerado el mayor teólogo católico de sus días y apodado “el martillo de los herejes”. Este advirtió de manera formal a Galileo que dejara de propagar sus ideas acerca de un sistema heliocéntrico.
Cara a cara con la Inquisición
Galileo intentó actuar con prudencia, pero sin dejar de defender la teoría de Copérnico. Diecisiete años después, en 1633, compareció ante el tribunal inquisidor. Aunque el cardenal Bellarmino ya había muerto, para ese entonces su principal opositor era el papa Urbano VIII, quien en el pasado le había favorecido. Algunos autores han considerado este proceso uno de los más famosos e injustos de la antigüedad, equiparable a los de Sócrates y Jesús.
¿Qué condujo a la celebración del juicio? Galileo había escrito un libro titulado Diálogo sobre los dos máximos sistemas del mundo, en el cual, como era de esperar, defendía el heliocentrismo. En 1632 fue citado ante el tribunal, pero como estaba enfermo y contaba casi 70 años, se demoró. Para evitar que lo arrestaran y lo llevaran encadenado, finalmente viajó a Roma al año siguiente. Por orden del Papa, Galileo fue interrogado e incluso amenazado con ser sometido a torturas.
La cuestión de si este anciano enfermo fue torturado o no sigue desatando polémica. En conformidad con la sentencia condenatoria, lo sometieron a un “riguroso examen”, expresión técnica con la que se aludía a la tortura en aquella época, según Italo Mereu, historiador de Derecho italiano. Otros eruditos concuerdan con esta interpretación.
En cualquier caso, Galileo fue condenado el 22 de junio de 1633 en una austera sala ante los miembros del tribunal inquisidor. Se le declaró culpable de “haber defendido y creído la doctrina falsa, contraria a las Sagradas y Divinas Escrituras, de que el Sol [...] no se desplaza de este a oeste, y de que la Tierra se mueve y no es el centro del mundo”.
Puesto que Galileo no quería convertirse en mártir, tuvo que retractarse. Tras la lectura de su sentencia, el anciano científico, de rodillas y ataviado como un penitente, declaró con solemnidad: “Abjuro, maldigo y aborrezco los susodichos errores y herejías [la teoría de Copérnico], y en general cualquier otro error, herejía y secta contraria a la Santa Iglesia”.
Según la tradición popular —sin pruebas de peso que la confirmen—, después de haberse retractado, Galileo golpeó el suelo con el pie y protestó: “¡Y sin embargo se mueve!”. Los comentaristas afirman que la humillación de haber abjurado de sus descubrimientos mortificó al científico hasta la muerte. Su condena a prisión se conmutó por la de arresto domiciliario de por vida. Y a medida que perdía la vista, fue quedándose prácticamente aislado.
¿Conflicto entre la religión y la ciencia?
Muchas personas han llegado a la conclusión de que la experiencia de Galileo demuestra que la ciencia y la religión son irremediablemente incompatibles. De hecho, a lo largo de los siglos su caso no solo ha distanciado a la gente de la religión, sino que ha convencido a muchos de que esta es por naturaleza una amenaza para el progreso científico. Pero ¿es eso cierto?
El papa Urbano VIII y los teólogos de la Inquisición romana condenaron la teoría copernicana alegando que era contraria a la Biblia. Los detractores de Galileo citaban las palabras de Josué “Sol, tente inmóvil”, las cuales, según ellos, había que entender literalmente (Josué 10:12). Sin embargo, ¿de veras contradecía la Biblia la teoría de Copérnico? De ningún modo.
Lo que estaba en contradicción con la ciencia era una evidente interpretación errónea de las Escrituras. Así lo veía Galileo. En una carta a un discípulo suyo escribió: “Aunque la Escritura no puede errar, con todo podría a veces errar, de varias maneras, alguno de sus intérpretes y expositores. Una de estas, muy grave y frecuente, sería la de siempre querer interpretarla en el sentido más literal”. Ningún estudiante serio de la Biblia negaría esta aseveración.
Galileo fue más allá. Afirmó que dos libros escritos por el mismo Autor —la Biblia y el libro de la naturaleza— no podían contradecirse el uno al otro. Pero añadió que nadie podía “asegurar con certeza que todos los intérpretes hablaran por inspiración divina”. Es probable que esta crítica implícita de la interpretación oficial de la Iglesia se tomara como una provocación y fuera la causa de que la Inquisición romana condenara al científico. A fin de cuentas, ¿cómo osaba un simple laico criticar las prerrogativas de la Iglesia?
Basándose en el caso de Galileo, varios eruditos han planteado dudas sobre la infalibilidad de la Iglesia y del Papa. El teólogo católico Hans Küng señala que “los errores del magisterio de la Iglesia son muchos y graves”, y que algunos de estos, como “la condenación de Galileo”, han provocado desconfianza hacia el dogma de la infalibilidad.
¿Rehabilitar a Galileo?
En noviembre de 1979, un año después de su elección, Juan Pablo II confiaba en que se revisara la situación de Galileo, quien, como el propio Papa admitió, “sufrió mucho [...] por la acción de hombres y organismos de la Iglesia”. Trece años más tarde, en 1992, una comisión designada por el mismo Papa reconoció: “Algunos teólogos contemporáneos de Galileo no supieron interpretar el significado profundo, no literal, de las Escrituras, cuando éstas describen la estructura física del universo creado”.
No obstante, la teoría heliocéntrica no fue criticada únicamente por los teólogos. El papa Urbano VIII, que desempeñó un importante papel en el proceso de Galileo, insistía de manera inflexible en que este se abstuviera de socavar la doctrina eclesiástica de siglos de antigüedad de que la Tierra es el centro del universo. Pero tal enseñanza no procedía de la Biblia, sino del filósofo griego Aristóteles.
Después de que esta comisión moderna hiciera una laboriosa revisión del caso, el Papa dijo que la condena de Galileo había sido “una decisión apresurada y desafortunada”. Ahora bien, ¿se rehabilitó al científico? “Hablar, como algunos hacen, de la rehabilitación de Galileo es absurdo —señala cierto autor—, porque la historia no condena a Galileo, sino al tribunal eclesiástico.” El historiador Luigi Firpo añade: “No les corresponde a los perseguidores rehabilitar a sus víctimas”.
La Biblia es “una lámpara que resplandece en un lugar oscuro” (2 Pedro 1:19). Galileo quiso protegerla de una mala interpretación. Pero la Iglesia, al respaldar una tradición humana que desacreditaba a la Biblia, hizo todo lo contrario.
[Nota]
Todo lector honrado convendrá en que la declaración de que el Sol se quedó inmóvil en el cielo no se produjo como resultado de un análisis científico, sino que fue un simple comentario de lo ocurrido desde la perspectiva de un testigo ocular humano. Del mismo modo, los astrónomos hablan a menudo de la salida y la puesta del Sol, los planetas y las estrellas, y con ello no están diciendo que dichos cuerpos celestes giren literalmente alrededor de la Tierra, sino que parecen cruzar el cielo

lunes, 13 de abril de 2009

Resumen de la Ilíada (cáp. I )

La Ilíada es sobre la Cólera de Aquiles a causa de la afrenta a su honor por el hubrístico Agamemnón... pero, también es sobre muchas otras cosas, tanto humanas como divinas: es una obra que, a pesar de haber sido ya establecida en un texto permanente, se encuentra, paradójicamente, en un estado de flujo continuo, pues ningunas dos lecturas jamás son iguales.

CANTO I


Se pide desde el principio a la musa que mande el canto de las desgracias alcanzadas por la ira de Aquiles (1-7). Llega a la asamblea de los argivos, Crises, sacerdote de Apolo para rescatar a su hija, hecha cautiva hacía poco en la guerra y por honor entregada a Agamenón (8-21). Apolo mandó sobre el ejército una terrible epidemia por haber sido rechazado ignominiosamente su sacerdote (22-52). Aquiles hace una asamblea, para aplacar al dios, en la que el adivino Calcas pregona que ellos debían liberar a su hija Briseida de tan terrible disputa y no rehusa entregarle su hija ciertamente a Crises, pero le arrebata a Aquiles a Briseida a quien había sido concedida como premio a su valor. Se apodera de Briseida aunque Néstor se opone (130-311 y 318-347). Enardecido por esta ofensa, decide el firme joven separarse de la guerra con los mirmidones, sus soldados. Su madre Tetis reafirma su propósito y promete venganza al suplicante (348-427). Mientras tanto el ejército ofrece sacrificios expiatorios y son ofrecidos a Apolo (312-317). Entonces se hace retirar a Crises a su casa junto con las víctimas propiciatorias, por quienes es expiado el crimen siendo sacrificadas (428-487), puesto que se había presentado Tetis en el Olimpo ocultamente, favoreció con la victoria a los troyanos, mientras los aqueos no dieran una satisfacción a Aquiles (488-533). Hera, enemiga de los troyanos ataca estas determinaciones clandestinas y riñe con Zeus en la cena (534-567). Por esta causa se entristece toda la asamblea de los dioses, a quienes Hefesto hace volver finalmente a la tranquilidad y alegría (568-611).

viernes, 10 de abril de 2009

Literatura europea I

La primera clase que tuve fue Literatura Europea I .
Allí se nos explicó que la materia se divide en teóricos y prácticos que son: Lit. medieval y grecolatina.
Además se nos dio el bloque de estudio que esta dividido en 3 unidades

Unidad I
-Epopeya homérica:Ilíada y Odisea
-Epopeya romana: En vida
-Anónimo:Canción de Rolando
-Anónimo: Canción de Mío Cid


Unidad II
-Género dramático: esquilo, Sofocles,Eurípides,Séneca
-Novela cortesano caballeresca:Lazarote del Lago, Literatura hagiográfica


Unidad III
-Comedia ática: Aristófanes, Remando
-Plauto, Terencio
-Literatura medieval: El juego de Robin y Marión

Carrera de Letras en la UNR

paso a contar un poco como es la org. del primer año de la carrera


las materias de el primer año están divididas en dos términos: la primeras especificas de las materias :

*Lingüística general I
*Lengua española
*Literatura europea I
*Análisis de texto

y otras que formas el año común ( es decir que compartís esas materias con estudiantes de otras carreras) el la facu a estas materias le llaman EL PAC.
ellos te dan varias opciones de las cuales tenés que elegir vos cual cursar (se aconseja solo una en primer año) y organizarte con los horarios:

*Problemática histórica
*Problemática antropológica
*Problemática psicológica
*Problemática del saber